sábado, 12 de septiembre de 2009

CHAKRA RAIZ: Recuperando la Fuerza

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La toma de fundamento es un proceso de contacto dinámico con la tierra, con todas sus asperezas, sus fronteras y sus limitaciones. Combinando la relajación con la energización permitimos que nuestra energía sutil se condense y solidifique. Con eso reforzamos nuestra solidez, nuestra presencia en el aquí y el ahora, y nos dinamizamos a expensas de la vitalidad procedente de la sustancia de los chakras inferiores. Aunque nuestros pies toquen mecánicamente el suelo a cada paso, ese contacto no tiene virtualidad alguna cuando se produce aislado de las sensaciones residentes en las piernas y los pies. La toma de fundamento implica la apertura de los chakras inferiores, la fusión con la fuerza de la gravedad, el descenso profundo al interior del cuerpo, conectarnos con nuestro cuerpo.

A falta de fundamento, somos inestables. Perdemos nuestro centro, oscilamos como veletas al viento, no tocamos con los pies en el suelo, o nos extraviamos en un mundo de fantasías. Significa que hemos perdido nuestra capacidad de contenernos, de sujetarnos a nosotros mismos. Cuando perdemos el fundamento nuestra atención se distrae del momento presente. Es lo que sucede cuando los demás nos juzgan «ausentes»; en esa situación notamos nuestra incapacidad y se alimenta un círculo vicioso, por efecto del cual desearíamos estar en otra parte

El fundamento es la raíz, de donde recibe su nombre el chakra. A través de nuestras raíces recibimos alimento, fuerza, estabilidad, desarrollo. Sin esa conexión estamos separados de la naturaleza, de nuestras fuentes biológicas. Incomunicados en esta forma, perdemos nuestro rumbo. A muchas de las personas que no consiguen hallar su camino en la vida, lo que les pasa es simplemente que no han encontrado su fundamento; a veces pierden el tiempo buscando vías sublimes cuando deberían mirar hacia los pies, que es donde tocan la senda.

En la vida moderna, pocos seres humanos saben ser terrestres de una manera natural. Las habilidades monetarias y sociales, intelectuales y verbales se valoran más que las físicas. Las funciones naturales del organismo, como evacuar, tener relaciones sexuales, dar el pecho, o incluso la misma desnudez, se consideran como algo sucio que debe hacerse en privado y con frecuencia originan intensos sentimientos de pecado y culpabilidad. El cuidado de nuestra salud lo ponemos en manos de otras personas, negándonos a nosotros mismos nuestra propia capacidad innata para sanar. Las estructuras de poder (en los negocios, en la administración, en las religiones formalizadas) son de carácter jerárquico, organizadas de arriba abajo, controlando y muchas veces oprimiendo a los de abajo con el pretexto de servir a la causa «más alta».

Al perder el contacto con la tierra nos hemos privado del sentido de vinculación estrecha con todo lo que vive. Dejamos que nos gobierne una parte, no el todo, y lo que es peor, una parte aislada, fragmentada y alejada de nuestro alcance. Y puesto que no prestamos atención a nuestros fundamentos, no es de extrañar que nos enfrentemos a la crisis de la sanidad y a la destrucción ecológica.

A medida que nos mecanizamos y nos adaptamos a la vida urbana, nuestro contacto con la tierra y la naturaleza se hace más tenue, y con ello tanto nuestra salud como nuestra autoestima. Nuestra potencia se transmite al cuerpo superior, pero allí es más frágil y hay que velar por ella constantemente. Al considerarnos como individuos separados el poder se hace manipulación, no conexión; perdemos el contacto con nuestra naturaleza animal y con el sentido de gracia y de paz. El suelo es el hogar, lo familiar, lo seguro, lo protegido. Tiene una fuerza inmanente.

La toma de fundamento es una manera de asumir el estrés. El canal descendente nos proporciona un circuito de salida, protegiéndonos así frente a la sobrecarga psíquica. El mundo físico es seguro y estable. Siempre podremos retornar a nuestro sillón favorito, a una buena comida, al ambiente familiar donde la calma y la tranquilidad nos rodean. El que cuenta con esa posibilidad de retorno tiene más facilidad para intentar el trabajo en los planos superiores; el organismo bien alimentado, en seguridad, en buen estado de salud, permite que la atención pueda canalizarse hacia otros niveles.

Los chakras filtran la energía del ambiente. Su pauta giratoria define ciertas frecuencias, por cuyo efecto sólo las vibraciones resonantes pueden penetrar en el núcleo interior de la conciencia; las demás son rechazadas y forman el ruido de fondo, olvidado en seguida por la mente consciente (aunque se registran a veces sorprendentes recuperaciones a cargo del subconsciente). Cuando el ambiente que nos rodea contiene demasiada energía abrasiva, los chakras se cierran para evitar que el cuerpo sutil se vea invadido por esos cáusticos. Los chakras sobrecargados difícilmente se abren, pero la toma de fundamento permite abrir una vía que canaliza ese exceso de tensión.

Las dificultades que muchos sufren provienen de tener los chakras superiores demasiado abiertos, al tiempo que los inferiores carecen de la estabilidad necesaria para soportar el bombardeo de energías psíquicas que captan a su alrededor. En los casos extremos pueden darse trastornos mentales graves, como la psicosis. El individuo psicótico es el que ha perdido el contacto con su propio fundamento y con lo que el común consenso define como la realidad. Las técnicas de toma de fundamento, sin embargo, permiten canalizar y descargar esa acumulación excesiva, con lo que el paciente retoma al equilibrio entre estabilidad y sensibilidad. Como sabemos, a veces una simple caricia física alivia un dolor intenso.

Los chakras, no obstante, deben equilibrarse, y aunque la estabilidad del fundamento sea un estado necesario, una exagerada adhesión a esa seguridad puede ser nociva. El mundo físico no es la meta, sino sólo un instrumento. Nuestra conciencia llega a verse dominada por la adicción a las comodidades materiales; muchas personas no tienen otro objetivo en su vida sino la adquisición de un número creciente de ellas. Esto es lo que los yoguis consideran perjudicial para el desarrollo de la conciencia y de ahí que se diga que la existencia material es una trampa. Repitámoslo una vez más, la trampa está en la adhesión a esa seguridad y no en la satisfacción de las necesidades básicas de la vida.

El primer chakra está relacionado con la prosperidad. Para desarrollar la capacidad de tener cosas hay que empezar por aumentar la autoestima. Aunque resulte paradójico, si nos permitimos tener más, al mismo tiempo mejorará la valoración que hacemos de nosotros mismos, tanto en el sentido figurado como en el literal. Siempre es útil echar una ojeada objetiva a lo que nos hemos consentido en términos de dinero, de amor, de tiempo dedicado a nosotros mismos, de reposo, de placer. Una maestra que tuve me contaba que nunca se concedía un par nuevo de calcetines; en vez de eso, le compraba unos calcetines nuevos a su marido, y ella usaba los calcetines viejos de él. Obviamente no era cuestión de dinero, puesto que compraba unos calcetines de todos modos; lo malo estaba en que no se concedía a sí misma ese beneficio. Algunas personas gastan fácilmente sumas grandísimas de dinero en adquirir cualquier extravagancia, pero son incapaces de tomarse tiempo para descansar y divertirse. A otros les resulta difícil admitir el amor o los placeres. Cuando miremos de cerca lo que nos consentimos, quizá se nos ofrezca la ocasión de reírnos de nosotros mismos ante la discrepancia entre lo que podríamos tener y lo que nos reducimos a tener.

Otro aspecto de este chakra es la inocencia, que es la cualidad que permite experimentar el gozo puro, sin las limitaciones de los prejuicios y los condicionamientos. Se nos ha educado en la idea de que pensar en uno mismo es malo, que es egoísmo; pero el no pensar en uno mismo produce una necesidad de compensación en otros aspectos, o el deseo de que otras personas provean a nuestras necesidades...

Ejercicios de Hatha Yoga para el primer chakra





























La tarea de dominar el primer chakra es equivalente, en fin de cuentas, con la comprensión y la curación del cuerpo. Aprender a aceptar nuestro cuerpo, sentirlo, valorarlo y amarlo, ésos son los desafíos que nos aguardan ahí. El lenguaje del primer chakra es la forma, y nuestro organismo es la expresión física de nuestro ser complejo. Conforme examinamos las formas (por la mirada, por el tacto, por el movimiento, por la sensación propioceptiva) aprendemos el lenguaje del cuerpo y vamos conociendo partes más profundas de nosotros mismos.

Cada chakra nos aporta un nivel de información. El cuerpo es el equipo físico destinado a procesar la información, así como el «listado» de todos los datos y programas que componen nuestro ser. Nuestras penas y nuestras alegrías quedan grabadas en la carne y en la postura de los huesos; nuestros hábitos y necesidades, codificados en los impulsos nerviosos así como nuestros recuerdos y aptitudes. En nuestros genes, la herencia de los antepasados; en las células, la composición química de los alimentos que comemos. Y mientras el corazón marca el ritmo con su latido, nuestros músculos reflejan las actividades a que nos dedicamos todos los días.

Para entender el cuerpo hay que ser ese cuerpo, con sus dolores, sus placeres, sus temores y sus alegrías. Considerar la naturaleza espiritual como algo separado es aislarnos de nuestro fundamento, de nuestra raíz, de nuestro hogar. Somos entonces algo menos que completos, escindidos y fuera de contacto con la información que podría comunicarnos nuestro cuerpo.

Con esto no se niegan las filosofías que aseguran que «tú eres algo más que sólo cuerpo», sino que las trascendemos. Somos nuestro cuerpo y al asumirlo nos convertimos en algo más. Adquirimos fundamento y presencia, entramos en contacto con todo lo que ocurre dentro de nosotros. Así experimentamos más completamente nuestra parte espiritual y emotiva, cuyo vehículo es el organismo.

Para admitirlo así y hacer la felicidad del primer chakra la clave es aprender a cuidarnos: descansar cuando el cuerpo pide descanso, comer bien, hacer ejercicio y -no negarle placeres-. Los masajes, los baños calientes, la buena comida y una práctica deportiva agradable son maneras de cuidarse y de poner fin al cisma cuerpo/mente que resulta del paradigma cultural según el cual la mente vale más que la materia. Nunca nos sentiremos integrados y completos si no resolvemos esa polaridad. Por medio del cuerpo tenemos la posibilidad de enseñarnos a cambiar de mentalidad y vivir la experiencia de la mente dentro de la materia.

El comer, la absorción de materia sólida por nuestro organismo, es una de las actividades que corresponden al primer chakra. Nos da fundamento, nos nutre y mantiene la estructura física. Con la alimentación nos incorporamos los frutos de la tierra, elemento del primer chakra. Puesto que vamos a estudiar la parte material de nuestra existencia, no podemos prescindir de una ojeada a lo que constituye ese cuerpo material. La comida que digerimos es la materia que transformamos en energía, de donde se deduce que lo que comemos influye sobre la energía generada. Consumir alimentos sanos y limpios es el primer paso hacia la creación de un fundamento saludable para nuestros primeros chakras.

La dieta correcta para la expansión de la conciencia no puede prescribirse con carácter general para todos, sino que cada uno debe elegir la alimentación más idónea según sus necesidades y sus propósitos. Obviamente si usted es un obrero de la construcción y pesa 90 kilos, sus necesidades serán muy distintas de las de una secretaria que trabaja todo el día sentada en un despacho y pesa 45 kilos. Por lo común suele recomendarse una dieta vegetariana con el fin de desarrollar la sensibilidad y elevar la conciencia a estados «superiores»; pero no es un régimen recomendable a todos, y puede resultar incluso perjudicial si no se observa el debido equilibrio entre los nutrientes.

La comida tiene propiedades vibracionales básicas por encima y más allá de su valor como alimento. De tal manera que un plato amorosamente preparado por una persona de la familia resulta mucho más beneficioso que la elaboración hecha en un restaurante rápido por uno que odia este trabajo. Además, los distintos tipos de alimentos tienen diferentes cualidades vibracionales que permiten definir correspondencias aproximadas con los distintos niveles chácricos:

Primer chakra carnes y proteínas

De carne a carne, podríamos decir, con lo que se quiere dar a entender que ése es el más material de los alimentos que ingerimos. Su digestión es más laboriosa que la de casi todos los demás alimentos y, en consecuencia, el tránsito a través del aparato digestivo es más prolongado. Por esta razón ocupa energías de la parte inferior del organismo y limita ligeramente o domina el flujo de energía hacia los chakras superiores. Las carnes y las proteínas favorecen la toma de fundamento, pero consumidas en exceso recargan el organismo, que acusa el exceso de tamas y alcanza con dificultad los estados de mayor ligereza que se asocian con los demás chakas. Por el contrario, cuando uno se siente débil, desorientado y disociado del propio cuerpo y el mundo físico en general, un buen plato de carnes puede suponer una pronta recuperación.

No es imprescindible consumir carnes para tener una buena base; las proteínas son más esenciales para el tejido estructural asociado con el primer chakra, de tal manera que una dieta ovolactovegetariana con aportación suficiente de proteínas puede ser una comida «de fundamento» suficiente para contentar las necesidades de aquél.

Autora: Anodea Judith - Libro "Nueva guía de los chakras" .











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